Mi día es desordenado y absurdo:
al pordiosero le pido pan,
al rico le ofrezco una limosna,

enhebro en una aguja – un rayo,
al ladrón confío – la llave,
con cascarilla doy color a mi pálido rostro.

El pordiosero no me da pan,
el rico no acepta mi dinero,
el rayo no entra por la aguja.

El ladrón entra sin llave,
y yo, tonta, me deshago en lágrimas-
por un día vano e inútil.



Semana Tsvietaieva en la Biblioteca Nacional, hasta 18 de noviembre.



No hay comentarios:

Publicar un comentario